Un fiscal estadounidense (de Jacksonville, Florida) pide cadena perpetua para el niño de 12 años, Cristian Fernández, que se encuentra en prisión preventiva, acusado del homicidio de su hermanastro, David Galarriago, de solo 2 años, a quien mató de una paliza. Su madre, la dominicana, Biannela Susana, lo tuvo en 1999, a los 12 años. El padre fue condenado por relaciones sexuales consentidas con la madre, porque ella era entonces menor. Madre e hijo vivieron en Florida con su abuela, más adelante los servicios sociales los trasladaron a casas de acogida tempora. Susana despues encontró otra pareja, un padrasto con problemas con la justicia y que terminó por suicidarse ante la familia, cuando unos agentes de policía le iban a detener.
Un jurado ha aceptado juzgarle como a persona adulta, por lo que se enfrenta a cadena perpetua sin condicional.
En manos de los abogados obran pruebas que dan fe de las palizas que Fernández le propinaba al bebé y de las dramáticas circunstancias en las que el supuesto homicida fue criado. Su defensa asegura que aún hay una oportunidad de reformarle y darle una vida mejor. La fiscalía argumenta que, con una muerte a sus espaldas, ya es tarde.
En la vista previa al juicio, los abogados del niño mostraron pruebas de su infancia rota para intentar que el jurado aceptara juzgarle como un niño. No lo lograron. El 3 de junio estimó que hay motivos suficientes para considerarle como persona adulta. El abogado de oficio de la defensa, Rob Mason afirmó que el juez había impuesto el secreto de sumario. "Es perturbador, pero si se considera la seguridad del resto de niños en su hogar y en el resto de la comunidad, no es tan perturbador", dijo la fiscal Angela Corey.
Su madre fue detenida y será juzgada en septiembre por encubrir los abusos a su hijo fallecido. Lo fiscales aseguran que ella ocultaba sistemáticamente las palizas de su hijo mayor. Cuando, el 22 de enero, Fernández
le rompió una pierna a su hermanastro, la madre mintió a los agentes de policía y les dijo que la fractura la había provocado una caída. Tardó, además, dos días en buscar atención médica, esperando que la rotura se curara por sí misma. El pequeño murió en marzo. La madre justificó las múltiples heridas de su cuerpo a consecuencia de una caída. Los fiscales aseguran que fueron el resultado de las numerosas palizas de su hermanastro. Tenía una fractura en el cráneo y una hemorragia interna. Su madre estaba fuera de su residencia cuando ocurrió la paliza mortal. Al regresar, y ver a su bebé en coma, ni siquiera llamó a la policía. Le aplicó hielo sobre la cabeza y buscó en Internet técnicas de reanimación. Después de dos horas, lo llevó al centro hospitalario St. Luke sin llamar a la policía. Falleció dos días después. El 17 de marzo se le practicó la autopsia y el forense determinó que la muerte había sido homicidio, según revelan los informes policiales.
Según un informe del sheriff de Jacksonville, Fernández habia sido arrestado el 15 de marzo.
Se le leyeron sus derechos. Él confesó en el acto: la paliza, el modo en que la propinó, el desmayo de su hermanastro menor. "¿Sabes que lo que has hecho está mal?", le preguntó el agente. "Sí", dijo.
"Son muy pocos los casos en que se juzga a un menor como un adulto, en esas circunstancias", explica el director del programa de justicia criminal de la Universidad de Vanderbilt, Christopher Slobogin. "Pocos Estados lo permiten, pero Florida se encuentra entre ellos. Puede suceder cuando las circunstancias de un crimen sean tan graves como las de este caso. La única salvedad es que, de acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Supremo, es ilegal condenar a los menores de 18 años a pena de muerte. Y se les puede condenar a perpetua sin condicional sólo cuando se trate de homicidios, como en este caso".
Si Fernández resulta condenado, será el preso más joven de EE UU en iniciar una cadena perpetua. En Florida sucedieron casos semejantes: Joshua Phillips fue condenado en 1999, a los 14 años, a prisión de por vida sin condicional, por el homicidio de una niña de 8 años y por esconder el cadáver bajo su cama durante días. Lo mismo le ocurrió a Lionel Tate en 2001, cuando tenía 14 años, por el homicidio de una niña de 6 años.
(fuente: ELPAIS.com)
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